Mi nombre, Javier Hinojosa, ya es algo famoso en la fotografía latinoamericana no obstante, ese no soy yo.
Crecí en Quito, esa ciudad entre volcanes activos y que está a una altitud de 2800 metros. Pensé en estudiar muchas cosas; sin embargo al final decidí ir por algo visual, Diseño Gráfico. Y un día en la facultad entré a un lugar especial: el cuarto oscuro, sí, ese que se ve en películas y tienen un foco rojo. Ver la transformación de un papel blanco en una imagen, para mí fue mágico.
Mientras estaba en una oficina, sintiendo que ese puesto no era para mí, tome la decisión de dedicarme a la fotografía. La suerte me sonrío y encontré un nuevo empleo donde se combinaba el diseño y la fotografía.
Aprendí y practiqué durante un par de años en ese empleo, hasta lograr esa meta; soñada y anhelada pese a la dificultad y complicación, de ser independiente.
Hoy, capturo imágenes y colecto historias transmitidas en fotos, al estilo de un ninja, discreto pero efectivo. Mi nombre es Henry Javier Hinojosa Carrillo.
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Crecí en Quito, esa ciudad entre volcanes activos y que está a una altitud de 2800 metros. Pensé en estudiar muchas cosas; sin embargo al final decidí ir por algo visual, Diseño Gráfico. Y un día en la facultad entré a un lugar especial: el cuarto oscuro, sí, ese que se ve en películas y tienen un foco rojo. Ver la transformación de un papel blanco en una imagen, para mí fue mágico.
Mientras estaba en una oficina, sintiendo que ese puesto no era para mí, tome la decisión de dedicarme a la fotografía. La suerte me sonrío y encontré un nuevo empleo donde se combinaba el diseño y la fotografía.
Aprendí y practiqué durante un par de años en ese empleo, hasta lograr esa meta; soñada y anhelada pese a la dificultad y complicación, de ser independiente.
Hoy, capturo imágenes y colecto historias transmitidas en fotos, al estilo de un ninja, discreto pero efectivo. Mi nombre es Henry Javier Hinojosa Carrillo.
